jueves, 22 de septiembre de 2011

ensalada del mar I

Esta ensalada es muy completa y sirve como plato único para una comida o una cena. Lleva lechuga, canónigos, rúcula, cebolleta, anillas de calamar a la plancha, mejillones cocidos (yo los compro congelados y voy sacando) y salmón ahumado. Para la vinagreta, crema de vinagre de módena que es muy decorativa, y aceite de oliva virgen. Y como toque final unas semillas de sésamo y levadura de cerveza.


miércoles, 21 de septiembre de 2011

la olla

A veces me quedo bloqueada. En esos momentos no sé si mi cabeza es una olla express o simplemente está vacía, hueca y por eso no soy capaz de arrancar. Siempre es en un cruce de posibilidades, cuando podría ir a entrenar (quiero, y además debería y además lo agradeceré después), o ponerme a merendar (quiero y lo temo y sé lo que viene detrás) o irme al concierto con mi novio, que se va enseguida (quiero, y la vida de verdad es eso)... O esto o lo otro. Y ni una ni otra: me quedo parada como un muñeco sin cuerda repasando las alternativas a toda pastilla -te quedan 10 minutos para decidir, te quedan 5, al final va a tener que ser el atracón, joder, si es que lo estás deseando, cómo se te ve el plumero-. Cuantas veces me he quedado parada hasta que ya no había más que el atracón. En realidad había muchas más, pero a quien le importaban, estando la posibilidad del atracón solitario delante...

Durante el bloqueo no me quedo quieta todo el rato. Puedo estar quieta varios minutos pero a veces hago amagos de arrancar: cojo la bolsa de deporte, meto algo dentro y la vuelvo a dejar en el suelo y voy hasta la nevera, abro la puerta, la cierro, y me quedo mirando por la ventana, o picoteando un poco de pan...

En ese momento debería coger mi cabeza y meterla en un chorro de agua fría. Como se hace con la olla para bajar la presión. Pero como a la olla, a mí tampoco se me ocurre hacerlo por mí misma.

Poco a poco, hace ya muchos meses que en el cruce de posibilidades, cuando me quedo parada como un muñeco sin cuerda, en mi olla express ya no bulle la posibilidad del atracón. Puede ser ir a nadar o quedarme en casa viendo la tele, haciendo bici estática, leyendo en el sofá o haciendo el vago, incluso merendar algo antes, pero al menos no está en el menú el atracón. Hay una gran diferencia y de hecho los bloqueos son más breves y menos intensos. Y están mucho más espaciados. Tal vez la olla forma parte del proceso de la bulimia y con el tiempo desaparezca del todo. Qué parte soy yo y qué parte se irá sólo lo sabré con el tiempo. Con el tiempo todos somos otras personas. ¿Se me irá la olla?

domingo, 18 de septiembre de 2011

la huerta en el horno

Es tiempo de cosecha en la huerta riojana. Tenemos un montón de verduras frescas y vamos a preparar una bandeja de horno con calabacín, pimientos del piquillo, patatas y cebolla. Un poco de sal y aceite de oliva por encima y al horno a 170º hasta que huela bien y tenga pinta de estar bien hecho. Los tiempos no son lo mío. A ver cómo sale.

primeras sorpresas del tratamiento

Cuando me decidí a pedir ayuda ya llevaba veinte años de bulímica practicante y estaba muy cansada. Harta. Si el tiempo que pasé pensando en comer y comiendo y vomitando lo hubiera pasado estudiando, ahora tendría tres carreras. Si lo hubiera pasado haciendo deporte tendría alguna medalla. Había decidido que cualquier cosa sería mejor que lo que estaba haciendo hasta ese momento, incluso si tenía que engordar unos kilos en el camino (terror).

Porque estaba convencida de que el proceso pasaba por ahí: tendría que dejar de vomitar y me costaría dejar de comer, y me pondría gorda, enorme, y probablemente nunca volvería a pesar lo de antes (que entonces no llegaba a los 60 kilos). Pero de todas formas no podía seguir así. Lo que había empezado como una ingeniosa manera de hacer dieta sin esfuerzo cuando me había pasado con la comida, se había convertido en una obsesión por la comida tan grande como la obsesión por estar delgada. Manda huevos, cómo se puede tener una obsesión y la contraria al mismo tiempo, qué locura retorcida.

Empecé el tratamiento y una de las muchas cosas de las que me informaron fue de los mecanismos que provoca en el cuerpo este maltrato al que lo estaba sometiendo. Nunca me había preocupado por buscar en internet información sobre la bulimia. Buscar en google cualquier información sobre un problema de salud que tengas es abrir la cápsula de La Amenaza de Andrómeda. Es mucho mejor vivir en la ignorancia. O ir al médico, mucho más sensato.

El caso es que además de los evidentes efectos sobre la salud, el vómito tiene otro efecto que a las bulímicas-mejor-muerta-que-fea-y-gorda nos interesa más: después de vomitar el cuerpo se pone en alerta roja por la amenaza de la desnutrición, y la próxima vez que comas le cundirá el doble que si no hubieras vomitado. Lo aprovechará todo, incluidas las toxinas habituales en los alimentos que normalmente se encarga de eliminar. Y encima: aunque te parezca que has soltado la primera papilla de eso nada. No se vomita ni la mitad de lo ingerido. La mayoría son jugos gástricos y esas cosas.

Me quedé flipando. Al principio pensé que sería un truco del tipo no juegues con cerillas que te meas en la cama, pero el tiempo ha confirmado la teoría. Empecé a adelgazar desde el principio. Ayudada por la medicación que frena el apetito y las compulsiones, claro, pero cumpliendo a rajatabla una dieta de 5 comidas al día con buenas raciones de todo. Me parecía imposible que comiendo tanto estuviera perdiendo peso, pero perdí dos tallas, me quedé en una 36-38 y en esas sigo de momento, ya casi sin medicación y con más dificultades, claro, nadie dijo que fuera fácil y que no hubiera que poner nada de tu parte. Y de regalo: al eliminar las toxinas de los alimentos normalmente, se me quitó en muy poco tiempo ese acné "juvenil" que creía que me iba a acompañar hasta la menopausia. ¡Toma! Sorpresas te de la vida, y algunas buenas.

jueves, 15 de septiembre de 2011

tortitas de maíz con queso fresco y rúcula.

Simple como un botijo. Se coge una tortita, se pone queso fresco encima, unas hojitas de rúcula y si estamos de buen humor se decora con un poco de albahaca. Es una meriendilla con ningún remordimiento y sabrosísima. Pinchos de estos me hago una variedad interminable, con estos y algunos ingredientes más y la tortita como base. Ya que hay que hacer 5 comidas al día, que no nos aburran. Antes me ponía de chorizo al microondas con queso hasta arriba y no hay color.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

por qué estoy aquí

Después de 20 años como enferma "escondida" y tras muchos meses de tratamiento psicológico - psiquiátrico "a pecho descubierto", he ganado entre un sinfín de cosas, la capacidad de hablar en voz alta de mí misma sin echarme a llorar. No con cualquiera, pero sí casi de cualquier cosa. Sobre todo de mis agonías sin sentido con el peso y la comida, mis hambres insaciables, mis complejos con y sin fundamento, esas cosas que fueron tabú durante muchísimos años. No es que fuera una llorica, al contrario, era una experta en evitar sentirme acorralada y salía siempre airosa de las cuestiones personales con una sonrisa de oreja a oreja y más chula que nadie. Chula, yo!

Bueno. El caso es que una parte del tratamiento consiste en llevar un registro detallado de todo lo que comes. Y a mi psicóloga a la que debo tanto le hace gracia que me gusta cocinar, que me gusta entretenerme en hacerme cositas ricas cuando al parecer en nuestro "ambiente" (suponiendo que hubiera un ambiente entre las bulímicas, que nos fuéramos juntas de bares o algo así) aparte de engullir, cuando pasamos a la fase de cuidarnos, de querernos, no le echamos demasiada imaginación al asunto. Vamos, que comemos mejor, más equilibrado, olvidamos la comida basura aunque le hagamos un guiño de año en año (yo todavía no puedo) pero comemos soso. Que mucho manzana y yogur y filete de pollo con lechuga.
Así que me pidió que le apuntase mis meriendillas y mis platillos (más bien boles y ensaladeras) llenas de color y cosas ricas, bonitas y bajas en calorías para pasarlas entre las otras pacientes y me pareció muy bien, y se me ha ocurrido que ya de paso las puedo poner aquí. Y ya de paso, paso a limpio algunas cosas de mi cabeza y si alguien las lee bien, y si no, a mi me va a ir de coña hacerlo. Ya falta menos para estar bien del todo. Y esto creo que me va a acabar de ayudar.

Siempre me acuerdo de cuando dejé de fumar. El truco consistía en sentir la euforia de haberlo hecho desde el mismo momento de haberlo hecho, y contárselo a todo el mundo, creérselo, disfrutarlo de verdad, y como el mono realmente está en tu cabeza es muy fácil si tu cabeza te acompaña. Hace años y nunca he vuelto a sentir las ganas de probarlo. Y sin embargo no soy capaz de reproducir esa sensación con la "cura" o la "liberación" de la bulimia, en parte porque no es algo para gritar a los cuatro vientos como se podía hacer con el tabaco, en parte porque todavía no estoy liberada a pesar de lo mucho que ha mejorado mi vida.

Por eso creo que este poner por escrito mis pensamientos, alegrías y dificultades relacionados con la bulimia, y mis riquísimas recetas, puede ser un buen complemento a las sesiones con la psicóloga. Se lo contaré a ella a ver qué le parece.