miércoles, 5 de diciembre de 2012

vocabulario muy técnico

Hacer un alamierda: Dícese de cuando, una vez alcanzado el momento en el que constatamos que nos hemos pasado comiendo, decidimos que ya da lo mismo, que hay que echarlo de todas formas, que no hay remedio así que, ya que estamos, vamos a comer un poco más, y si es dulce y malo mejor.

sábado, 10 de noviembre de 2012

ensaladas de otoño con granada

De la granada dicen que es una superfruta: tiene un montón de popiedades nutritivas. Contiene unas 65 cal/100g, es rica en pectina, flavonas, vitaminas E, C, B1, B2, B3, B9, fósforo, cobre, hierro, cinc, calcio y muy rica en manganeso y potasio.

Es muy rica en polifenoles, eficaces antioxidantes y buenos para proteger las paredes arteriales, la digestión y el sistema inmunológico. Se le atribuyen efectos sobre el asma, la fiebre, las enfermedades cardiovasculares, la retención de líquidos, la hipertensión y la arterioesclerosis.

Ahora es la época, y me han llegado a casa unas cuantas, y encima acompañadas de escarolas recién cortadas de la huerta. ¡Toma! Lo primero que había que hacer era lo obvio: una buena ensalada de temporada. Tan simple como coger unas hojas de escarola, completar con rúcula, canónigos o lo que tengas de verde en la nevera, y añadir el toque diferencial: abundantes granos de granada, un diente de ajo picado muy pequeño y un par de nueces picadas. Aliñar al gusto con sal, aceite de oliva virgen y vinagre de módena (va genial también la de manzana).


Cada temporada la naturaleza nos ofrece diferentes joyas que hay que aprovechar siempre. Esta es una ensalada de lo más típica, pero es el momento de añadir frutas como la granada y verduras como la escarola en todas las combinaciones que se nos puedan ocurrir. Que luego las echamos de menos el resto del año. 

lunes, 22 de octubre de 2012

pecar con la mano izquierda

En mi última sesión prometí a mi psicóloga que iba a hacer un experimento: que todo lo que fuera pecado lo haría con la mano izquierda.

En realidad se trata de un pacto que consiste en que todas las ingestas de comida que no fueran dentro de las cinco comidas diarias programadas, que estén fuera de lo que según mi propio criterio sea correcto, las realice sólo con la izquierda. Es decir para los picoteos que me fastidia haber picado, los atracones que me pesan, incluso si me provoco un vómito para aligerarme, para cualquier cosa de las que luego me hacen darme cabezazos con la pared por estúpida, incluso para limpiar si la lío, sólo puedo usar la mano izquierda.

Llevo unos días ejemplares en mi conducta alimentaria. La izquierda es incómoda y te hace ser consciente de lo que está haciendo, y he prometido no hacerlo de otra forma. Bueno, en realidad ya le he cogido el truco a la barra de pan (es fácil, la pillas con la izquierda y la muerdes sin más, qué bobada) pero ahora mismo me ha librado de un pinchazo seguro que probablemente estaría limpiando en vez de sentarme a escribir esto. Después de morder un pan seco un ratito me he imaginado a mí misma sacando cosas de la nevera o del armario con la izquierda, metiéndome en la boca los dedos de la mano izquierda y limpiando, y la verdad, me ha dado mucha pero mucha pereza.

Así que como el pan ya me lo he comido, me voy a patinar que llego tarde. Vamos que cambio de chip y a otra cosa. Mañana igual tengo una lorcilla más por el panazo que me he metido pero tendré una victoria en el expediente.


sábado, 6 de octubre de 2012

de la huerta al wok

Hoy tengo la nevera llena de regalos de la huerta y me he preparado una cena espectacular y de lo más simple. Lo más fácil es hacerlo en un wok, pero sirve cualquier cazuela grande que no se pegue.

Tenemos un puñado de vainas, una cebolla, una berenjena pequeña, medio calabacín que me sobró de un puré, unos champiñones y un pimiento verde. Si tienes alguna verdura más, son bienvenidas todas.

Simplemente cogemos todas las verduras en crudo y bien limpias, las cortamos en trocitos y las echamos al wok con un chorrito de aceite (muy poco) y un poco de sal. Las vamos meneando hasta que se pochan, según nuestro gusto. A mí me gustan no demasiado hechas, que estén un poco tiesas. Se remata con un chorro de salsa de soja, se da un par de vueltas más, y listo. Al plato.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

el teléfono

Suena el teléfono. ¿Diga? Buenas tardes, está el señor L.? ¿Es usted su esposa? Llamo de Endesa para Lo siento, no puedo atenderte ahora. ¿A qué hora le puedo llamar? No me llames.

Qué cruz. Son las 15.30 y me estaba echando una siestecita y ya me la han vuelto a fastidiar. Me quedo unos segundos parada acordándome de la desconocida familia de la teleoperadora desconocida que me ha sacado del limbo y me levanto y voy a la cocina a por un trozo de pan. 

Hace menos de una hora que he comido. Un revuelto de verduras al wok y un trozo de queso fresco con anchoillas. Como todos los días, es mi voluntad, o mi consciencia, la que tiene que insistir que ya es suficiente, que ya he terminado de comer. Todavía mi cerebro no lo sabe automáticamente. Mi sensor automático de saciedad todavía está estropeado. 

Pico un par de trozos antes de que mi yo consciente aparezca y diga ¡para! Me voy de la cocina y vuelvo y me vuelvo a marchar. Me siento unos segundos en el sofá para relajarme. ¡¡P. televentas!! Ya siento una necesidad imperiosa de seguir comiendo, abrir la nevera y darme un homenaje. Además es como si ya hubiera empezado, realmente no he comido casi nada pero la sensación es tanto de ganas de comer como de inevitabilidad, ya he empezado, ya he comido, ya estoy hasta un poco llena. Vacía y llena. Cómo explicarlo.

Me siento en la bici y me pongo a pedalear, hasta que se pasa el momento y puedo pensar en otra cosa. Prueba superada por hoy. 

domingo, 29 de abril de 2012

pochas con calamares

Las legumbres son un plato muy nutritivo y esta es una forma de comerlas muy sabrosa y sin nada de grasa.

Ingredientes:
pochas (en este caso congeladas)
aros de calamar
una cola de rape grande
una cebolla
ajos
perejil
almendras
un trozo de pan seco

Se pone en el fondo un poco de aceite y se sofríen unos segundos el rape en trozos y los aros de calamar. Se sacan y reservan. En ese mismo aceite se pocha la cebolla con dos o tres dientes de ajo. Cuando ya está hecho, se le echa un poco de pimentón y vino blanco. Se deja que se evapore el alcohol.

En un almirez se machaca un diente de ajo, perejil, tres o cuatro almendras y un trozo de pan seco (o un biscotte).

Cuando el vino blanco ya está listo, se añade un poco de caldo de pescado si hay. Si no, agua. Se echan las pochas y el picado del almirez, se mezcla bien con el caldo, y se dejan hacer unos 40 minutos, hasta que estén tiernas. Se añade agua si hace falta.





jueves, 12 de abril de 2012

sensación, pensamiento, conducta

Ayer tuve sesión con la psicóloga. Me habló del proceso por el que se llega a poner en marcha una conducta como es pegarse un atracón, o provocarse un vómito.

Primero es una sensación: puede ser una sensación de vacío, o de aburrimiento, que dispara el automatismo "¡hambre!¡comer!"; puede ser la sensación de plenitud después de haber comido, que dispara la alarma "¡demasiado! ¡llena! ¡gorda!".

Esta sensación provoca un pensamiento, el de hacer algo al respecto de esa sensación, y pone en marcha una conducta. Podemos pensar "voy a merendar" cuando sólo estamos aburridos, pero también podemos razonar que merendar no es lo que nos va a librar del desasosiego y que es mejor estudiar un rato. Podemos pensar "ya vale, ya he comido bastante" cuando estamos llenos, pero también podemos pensar "¡a la mierda! Ya total, voy a comer el postre gigante de chocolate, ya que voy a vomitar de todos modos...".

Al final, haremos lo que nos de la gana. Pero si dedicamos un momento de atención a identificar la sensación y a masticar el pensamiento, es mucho más fácil conseguir que la conducta que ponemos en marcha sea la correcta: la que no nos maltrata y sí nos cuida. A veces no nos damos cuenta y estamos ya en el tercer paso sin haber parado a sentir, a pensar.

Llevo un tiempo un poco despistada, como si mis sensaciones y pensamientos no fueran míos sino de otra persona. A la que tampoco hago mucho caso. Tengo que estar alerta a las sensaciones que puedan dar lugar a conductas automáticas, pararme a sentir y a pensar y no tirarme al charco del automatismo.

Después de tanto tiempo ya parecía que está la guerra vencida, pero no puedo despistarme. Así que retomo el blog y me invento una tabla de evaluación para mi registro de alimentos: la tabla SPC. Cada día pongo una nota a cada elemento: Sensación, Pensamiento, Conducta. Ayer: En estado de consciencia ampliada por la visita a la psicóloga, fue en general un día de sensaciones buenas, sin grandes ansiedades por meterme algo en la boca. Sólo al ponerme a hacer la cena, la barra de pan me miraba y me hacía ojitos. S8. Mi estado de alerta postpsicoterapia me ayudó a pararme a pensar en ello, "a ver, antes de comerte media barra mientras preparas la cena, ¿por qué no te vas comiendo una manzana?". P10. Y me comí la manzana y puse la cena y no me tiré al pan, o sea C10.

Ele, ele y ele. A lo mejor funciona. Simplemente para hacer durar un poco más el efecto estimulante de las terapia. Para no dejar de pensar en ello, porque mientras tanto está por aquí, y sólo si me despisto puede coger las riendas de mi conducta y estropearla.