Ayer tuve sesión con la psicóloga. Me habló del proceso por el que se llega a poner en marcha una conducta como es pegarse un atracón, o provocarse un vómito.
Primero es una sensación: puede ser una sensación de vacío, o de aburrimiento, que dispara el automatismo "¡hambre!¡comer!"; puede ser la sensación de plenitud después de haber comido, que dispara la alarma "¡demasiado! ¡llena! ¡gorda!".
Esta sensación provoca un pensamiento, el de hacer algo al respecto de esa sensación, y pone en marcha una conducta. Podemos pensar "voy a merendar" cuando sólo estamos aburridos, pero también podemos razonar que merendar no es lo que nos va a librar del desasosiego y que es mejor estudiar un rato. Podemos pensar "ya vale, ya he comido bastante" cuando estamos llenos, pero también podemos pensar "¡a la mierda! Ya total, voy a comer el postre gigante de chocolate, ya que voy a vomitar de todos modos...".
Al final, haremos lo que nos de la gana. Pero si dedicamos un momento de atención a identificar la sensación y a masticar el pensamiento, es mucho más fácil conseguir que la conducta que ponemos en marcha sea la correcta: la que no nos maltrata y sí nos cuida. A veces no nos damos cuenta y estamos ya en el tercer paso sin haber parado a sentir, a pensar.
Llevo un tiempo un poco despistada, como si mis sensaciones y pensamientos no fueran míos sino de otra persona. A la que tampoco hago mucho caso. Tengo que estar alerta a las sensaciones que puedan dar lugar a conductas automáticas, pararme a sentir y a pensar y no tirarme al charco del automatismo.
Después de tanto tiempo ya parecía que está la guerra vencida, pero no puedo despistarme. Así que retomo el blog y me invento una tabla de evaluación para mi registro de alimentos: la tabla SPC. Cada día pongo una nota a cada elemento: Sensación, Pensamiento, Conducta. Ayer: En estado de consciencia ampliada por la visita a la psicóloga, fue en general un día de sensaciones buenas, sin grandes ansiedades por meterme algo en la boca. Sólo al ponerme a hacer la cena, la barra de pan me miraba y me hacía ojitos. S8. Mi estado de alerta postpsicoterapia me ayudó a pararme a pensar en ello, "a ver, antes de comerte media barra mientras preparas la cena, ¿por qué no te vas comiendo una manzana?". P10. Y me comí la manzana y puse la cena y no me tiré al pan, o sea C10.
Ele, ele y ele. A lo mejor funciona. Simplemente para hacer durar un poco más el efecto estimulante de las terapia. Para no dejar de pensar en ello, porque mientras tanto está por aquí, y sólo si me despisto puede coger las riendas de mi conducta y estropearla.
Primero es una sensación: puede ser una sensación de vacío, o de aburrimiento, que dispara el automatismo "¡hambre!¡comer!"; puede ser la sensación de plenitud después de haber comido, que dispara la alarma "¡demasiado! ¡llena! ¡gorda!".
Esta sensación provoca un pensamiento, el de hacer algo al respecto de esa sensación, y pone en marcha una conducta. Podemos pensar "voy a merendar" cuando sólo estamos aburridos, pero también podemos razonar que merendar no es lo que nos va a librar del desasosiego y que es mejor estudiar un rato. Podemos pensar "ya vale, ya he comido bastante" cuando estamos llenos, pero también podemos pensar "¡a la mierda! Ya total, voy a comer el postre gigante de chocolate, ya que voy a vomitar de todos modos...".
Al final, haremos lo que nos de la gana. Pero si dedicamos un momento de atención a identificar la sensación y a masticar el pensamiento, es mucho más fácil conseguir que la conducta que ponemos en marcha sea la correcta: la que no nos maltrata y sí nos cuida. A veces no nos damos cuenta y estamos ya en el tercer paso sin haber parado a sentir, a pensar.
Llevo un tiempo un poco despistada, como si mis sensaciones y pensamientos no fueran míos sino de otra persona. A la que tampoco hago mucho caso. Tengo que estar alerta a las sensaciones que puedan dar lugar a conductas automáticas, pararme a sentir y a pensar y no tirarme al charco del automatismo.
Después de tanto tiempo ya parecía que está la guerra vencida, pero no puedo despistarme. Así que retomo el blog y me invento una tabla de evaluación para mi registro de alimentos: la tabla SPC. Cada día pongo una nota a cada elemento: Sensación, Pensamiento, Conducta. Ayer: En estado de consciencia ampliada por la visita a la psicóloga, fue en general un día de sensaciones buenas, sin grandes ansiedades por meterme algo en la boca. Sólo al ponerme a hacer la cena, la barra de pan me miraba y me hacía ojitos. S8. Mi estado de alerta postpsicoterapia me ayudó a pararme a pensar en ello, "a ver, antes de comerte media barra mientras preparas la cena, ¿por qué no te vas comiendo una manzana?". P10. Y me comí la manzana y puse la cena y no me tiré al pan, o sea C10.
Ele, ele y ele. A lo mejor funciona. Simplemente para hacer durar un poco más el efecto estimulante de las terapia. Para no dejar de pensar en ello, porque mientras tanto está por aquí, y sólo si me despisto puede coger las riendas de mi conducta y estropearla.
voy a poner en practica esto que publicaste,
ResponderEliminaryo se que puedo :)
Hola. Tu blog es súper interesante, aunque claro lamento lo que pasas.
ResponderEliminarYo voy a un centro donde me explican exactamente lo mismo, bajo el nombre de conciencia plena o tolerancia al malestar. Incluso "etiquetar" emociones, muy similar a lo que describiste. Una vez que se identifica qué lleva a la conducta, se puede evitar. Algo así como hablar de algún asunto que nos moleste y sentir alivio (por imaginar un ejemplo). A mí me tratan por desorden de personalidad (cortes, impulsividad y largo etc.), pero este tratamiento, que se llama DBT, se aplica a los trastornos alimenticios también.
Bueno, espero que estés mejor. Te dejo un abrazo virtual y mucha fuerza :)
muchas gracias y cuidate mucho
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