jueves, 13 de junio de 2013

vichysoisse ligera

Esta es una crema que se puede tomar en frío y en caliente.

Pochamos en la olla con un poco de aceite 10 puerros pequeños, media cebolla y 2 o 3 patatas. Añadimos un litro de agua y un vaso de leche y la cerramos. Tenemos la verdura cociendo 20 minutos y la trituramos.

Para decorar, cogemos la parte verde de los puerros y la freímos en aceite muy caliente. Lo escurrimos bien y lo secamos con papel de cocina para quitarle la grasa.




martes, 4 de junio de 2013

garbanzos con espinacas y bacalao

Dejamos los garbanzos a remojo el día anterior. Los cocemos en la olla con algo de cebolla, puerros y zanahorias al gusto (yo los tengo unos 40 minutos).Con agua abundante, un chorrito de aceite de oliva y sal. El caldo y las verduras los separo, los trituro y ya tengo un litro de sopa para las cenas.

Las espinacas las compro frescas, en bolsas listas para cocinar (no hay que lavarlas, muy práctico). Con una bolsa vale. Las salteo con dos o tres dientes de ajo y una cucharada de aceite en un wok hasta que están blanditas. Retiro las espinacas y en el mismo wok salteo el bacalao previamente desalado.

Ya está todo hecho. Ponemos en el plato un poco de cada cosa, al gusto del consumidor. Es un plato muy rico y muy completo.



viernes, 31 de mayo de 2013

En la última consulta hablé con la psicóloga sobre mis círculos y cómo la fastidio siempre cuando mejor parece que estoy, que hasta he perdido 200 gramos y qué entusiasmo y tal y tal. Cuando empecé a escribir este blog estaba en la fase mágica del tratamiento: había perdido 5 kilitos (que me sobraban), llevaba meses sin vomitar ni atracarme, me veía estupenda y me sentía como si nunca hubiera estado en el lado oscuro.

Ya hace más de un año que me quitaron el Topamax y que volvieron los apetitos. Ha sido difícil ver cómo recuperaba el peso que tenía antes de empezar el tratamiento, ver que la ropa nueva ya no me valía, tener que bajar la vieja del camarote. En todo este tiempo no he renunciado a intentar conservar el "peso Topamax". Me decía a mí misma que basta con seguir comiendo las "raciones Topamax", o sea, comer de todo a menudo y en pequeñas cantidades. Muy sano y efectivo. Pero mis ganas de comer y mis compulsiones otra vez formaban parte de la pelea. Y la pelea se ha traducido en esos círculos en que me empeño en meterme para estar más sana y delgada, y que cuando lo hago muy bien, cuando mejor lo estoy haciendo, llega la intolerancia al fracaso (a haber comido un poquito de más) y el vómito o el alamierda completo.

Así que he empezado una pelea nueva, a ver si buscando una zona ni muy alta ni muy baja, consigo mantenerme en ella y sentirme preparada para el adiós definitivo al vómito. Todos los días como normal tirando a ligero, pero todos los días me como un trozo de pan a deshoras (mi pelea con el pan, qué obsesión) o una galleta, o las dos cosas. No me caliento la cabeza con la idea de no comer nada de más en todo el día, para ponerme feliz y animosa y que me dure unas horas y luego cagarla. No estoy feliz ni animosa, me veo gorda, y lo compenso haciendo más deporte que habitualmente.

En estas dos semanas de no-círculos, de ir un poco demasiado pegada al suelo pero al menos estable, me felicito por dos cosas: esta mañana peso un kilo menos que hace dos semanas (superfundamental, ya sabemos que antes muerta que gorda etc.). Y en serio, hoy que ha sido un día propicio para atracarme, no lo he hecho. Tenía todos los boletos (estar sola, tener un montón de cosas ricas a mano y a la vez, ganas locas de probarlas todas) y no he caído. Creo que confirma mi teoría de que no me conviene que se me suba mucho el pavo para no caerme de muy arriba. De momento llevo el contador a 0 tropezones desde la última consulta. A ver si llegamos así a la siguiente.

jueves, 2 de mayo de 2013

patatas sin chorizo

Una receta muy sabrosa y típica de por aquí son las patatas con chorizo. Para evitar el exceso de grasa y el mal rollo que me da el chorizo, preparo una receta igualmente sabrosa pero mucho más ligera.

Se pica una cebolla, un pimiento verde, una zanahoria y un par de dientes de ajo y se pocha muy bien con un poco de aceite y sal. Cuando coge un color dorado, se añaden 4 o 5 patatas, 2 pimientos secos dulces y una hojita de laurel. Se cubre con agua y se deja cocer hasta que estén hechas y el caldo gordito.

lunes, 29 de abril de 2013

en círculos

Encima de la mesa de mi psicóloga hay una nota que habla (no me lo sé textualmente) de pasar del círculo vicioso al círculo virtuoso. Supongo que la vida de una bulímica no se diferencia en esto de la de cualquier otra persona que vive en una pelea. En mi caso paso de uno a otro constantemente, me encaramo al círculo virtuoso para caer de nuevo en el vicioso y volver a levantarme.

Me he dado cuenta de que es más fácil caerse de la parte de arriba del círculo virtuoso. Empiezo una mañana llena de energía, me levanto pronto y hago ejercicio intensivo durante más de una hora. Me tomo una infusión y me pongo a estudiar y no son ni las 9.30. Soy un crack! Me siento en forma, activa, puedo con todo. Si sigo así no sólo voy a caber pronto de nuevo en mis pantalones de hace dos veranos, además seré la mejor de clase y encontraré trabajo pronto. Llevo un par de días que aprovecho el tiempo, no pico nada, no me pongo tibia de pan y hago deporte a tope. Bueno, un descanso. Son las 12, voy a preparar la comida, dejo los libros. No puedo evitar, como tantos días, comer un poco de pan mientras trasteo en la cocina. No es más que un poco, no pasa nada, no voy a hacer un alamierda.

Pero hoy sí pasa. Me he comido un trozo bueno. Joder, esto no puede ser. Hoy no. Mis expectativas estaban demasiado altas para quedarme como estoy ahora mismo, no puedo aguantar la sensación de haberme pasado tanto. ¿Cómo le he hecho? A la mierda.

Después de vomitar qué bajón. Hombre, estoy mejor que con la tripa llena pero qué mal. Además al rato tengo hambre, así que un poco de fruta. Y pan (¿será posible?) Siento que peso 10 kilos más que esta mañana. Y no tengo ganas de hacer nada. Hoy me voy a la cama pronto.

Me levanto en el círculo vicioso: ya empiezo mal, he desayunado demasiado. Ala, paciencia. Estudio pero me doy paseos del estudio a la cocina y no me concentro. Qué mañana más tonta. Y me pesa todo. Creo que no voy a ir esta tarde a aprender a patinar. Me duele... no sé, algo.

Pero sé que es una oportunidad para volver al círculo virtuoso del que me caí, y hago un pacto conmigo misma. Voy a ir un rato, aunque luego me escape con alguna excusa, al menos salgo de casa. A ver qué tal. Total que voy y me divierto, y sudo. Y me pregunto si me atreveré a volver a casa con los patines. Tal como estoy con las pintas, el casco, mi torpeza y el miedo. Siempre puedo quitármelos si veo que me pongo en peligro a mí misma o a alguien.

He llegado a casa. Me he caído una vez, he visto a alguno reírse, los coches paraban a 100m de mí por si acaso, un show. Pero he salido a la calle con mis patines por primera vez y estoy flipando. Me siento mejor, soy un crack. Hoy ceno un plato bueno de ensalada con salmón ahumado y no como pan. Qué a gusto y qué fácil una vez que he entrado de nuevo en el círculo bueno. A ver si no me caigo.  

El estado mejor es en el que no tengo que pelear entre los círculos. Después de 2 años ya hay bastantes días en que lo veo, lo siento, vivo así: ni soy un crack ni una piltrafa. No corro la maratón pero corro. Me paso con el pan pero sólo un poco porque no se me sube la culpa y me obliga a hacer un ALM. No adelgazo pero no engordo. Tengo que olvidar aquellos pantalones pero estos tampoco me quedan mal. Y aprovecho mi tiempo y me relajo. Este estado, sería el mar en calma entre dos círculos, o tal vez sea el principio del subidón que me lleva a trepar por el círculo virtuoso, porque puedo, porque yo lo valgo, hasta que me caigo.

Bueno, estoy aprendiendo a surfear.


miércoles, 5 de diciembre de 2012

vocabulario muy técnico

Hacer un alamierda: Dícese de cuando, una vez alcanzado el momento en el que constatamos que nos hemos pasado comiendo, decidimos que ya da lo mismo, que hay que echarlo de todas formas, que no hay remedio así que, ya que estamos, vamos a comer un poco más, y si es dulce y malo mejor.

sábado, 10 de noviembre de 2012

ensaladas de otoño con granada

De la granada dicen que es una superfruta: tiene un montón de popiedades nutritivas. Contiene unas 65 cal/100g, es rica en pectina, flavonas, vitaminas E, C, B1, B2, B3, B9, fósforo, cobre, hierro, cinc, calcio y muy rica en manganeso y potasio.

Es muy rica en polifenoles, eficaces antioxidantes y buenos para proteger las paredes arteriales, la digestión y el sistema inmunológico. Se le atribuyen efectos sobre el asma, la fiebre, las enfermedades cardiovasculares, la retención de líquidos, la hipertensión y la arterioesclerosis.

Ahora es la época, y me han llegado a casa unas cuantas, y encima acompañadas de escarolas recién cortadas de la huerta. ¡Toma! Lo primero que había que hacer era lo obvio: una buena ensalada de temporada. Tan simple como coger unas hojas de escarola, completar con rúcula, canónigos o lo que tengas de verde en la nevera, y añadir el toque diferencial: abundantes granos de granada, un diente de ajo picado muy pequeño y un par de nueces picadas. Aliñar al gusto con sal, aceite de oliva virgen y vinagre de módena (va genial también la de manzana).


Cada temporada la naturaleza nos ofrece diferentes joyas que hay que aprovechar siempre. Esta es una ensalada de lo más típica, pero es el momento de añadir frutas como la granada y verduras como la escarola en todas las combinaciones que se nos puedan ocurrir. Que luego las echamos de menos el resto del año. 

lunes, 22 de octubre de 2012

pecar con la mano izquierda

En mi última sesión prometí a mi psicóloga que iba a hacer un experimento: que todo lo que fuera pecado lo haría con la mano izquierda.

En realidad se trata de un pacto que consiste en que todas las ingestas de comida que no fueran dentro de las cinco comidas diarias programadas, que estén fuera de lo que según mi propio criterio sea correcto, las realice sólo con la izquierda. Es decir para los picoteos que me fastidia haber picado, los atracones que me pesan, incluso si me provoco un vómito para aligerarme, para cualquier cosa de las que luego me hacen darme cabezazos con la pared por estúpida, incluso para limpiar si la lío, sólo puedo usar la mano izquierda.

Llevo unos días ejemplares en mi conducta alimentaria. La izquierda es incómoda y te hace ser consciente de lo que está haciendo, y he prometido no hacerlo de otra forma. Bueno, en realidad ya le he cogido el truco a la barra de pan (es fácil, la pillas con la izquierda y la muerdes sin más, qué bobada) pero ahora mismo me ha librado de un pinchazo seguro que probablemente estaría limpiando en vez de sentarme a escribir esto. Después de morder un pan seco un ratito me he imaginado a mí misma sacando cosas de la nevera o del armario con la izquierda, metiéndome en la boca los dedos de la mano izquierda y limpiando, y la verdad, me ha dado mucha pero mucha pereza.

Así que como el pan ya me lo he comido, me voy a patinar que llego tarde. Vamos que cambio de chip y a otra cosa. Mañana igual tengo una lorcilla más por el panazo que me he metido pero tendré una victoria en el expediente.


sábado, 6 de octubre de 2012

de la huerta al wok

Hoy tengo la nevera llena de regalos de la huerta y me he preparado una cena espectacular y de lo más simple. Lo más fácil es hacerlo en un wok, pero sirve cualquier cazuela grande que no se pegue.

Tenemos un puñado de vainas, una cebolla, una berenjena pequeña, medio calabacín que me sobró de un puré, unos champiñones y un pimiento verde. Si tienes alguna verdura más, son bienvenidas todas.

Simplemente cogemos todas las verduras en crudo y bien limpias, las cortamos en trocitos y las echamos al wok con un chorrito de aceite (muy poco) y un poco de sal. Las vamos meneando hasta que se pochan, según nuestro gusto. A mí me gustan no demasiado hechas, que estén un poco tiesas. Se remata con un chorro de salsa de soja, se da un par de vueltas más, y listo. Al plato.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

el teléfono

Suena el teléfono. ¿Diga? Buenas tardes, está el señor L.? ¿Es usted su esposa? Llamo de Endesa para Lo siento, no puedo atenderte ahora. ¿A qué hora le puedo llamar? No me llames.

Qué cruz. Son las 15.30 y me estaba echando una siestecita y ya me la han vuelto a fastidiar. Me quedo unos segundos parada acordándome de la desconocida familia de la teleoperadora desconocida que me ha sacado del limbo y me levanto y voy a la cocina a por un trozo de pan. 

Hace menos de una hora que he comido. Un revuelto de verduras al wok y un trozo de queso fresco con anchoillas. Como todos los días, es mi voluntad, o mi consciencia, la que tiene que insistir que ya es suficiente, que ya he terminado de comer. Todavía mi cerebro no lo sabe automáticamente. Mi sensor automático de saciedad todavía está estropeado. 

Pico un par de trozos antes de que mi yo consciente aparezca y diga ¡para! Me voy de la cocina y vuelvo y me vuelvo a marchar. Me siento unos segundos en el sofá para relajarme. ¡¡P. televentas!! Ya siento una necesidad imperiosa de seguir comiendo, abrir la nevera y darme un homenaje. Además es como si ya hubiera empezado, realmente no he comido casi nada pero la sensación es tanto de ganas de comer como de inevitabilidad, ya he empezado, ya he comido, ya estoy hasta un poco llena. Vacía y llena. Cómo explicarlo.

Me siento en la bici y me pongo a pedalear, hasta que se pasa el momento y puedo pensar en otra cosa. Prueba superada por hoy.