lunes, 29 de abril de 2013

en círculos

Encima de la mesa de mi psicóloga hay una nota que habla (no me lo sé textualmente) de pasar del círculo vicioso al círculo virtuoso. Supongo que la vida de una bulímica no se diferencia en esto de la de cualquier otra persona que vive en una pelea. En mi caso paso de uno a otro constantemente, me encaramo al círculo virtuoso para caer de nuevo en el vicioso y volver a levantarme.

Me he dado cuenta de que es más fácil caerse de la parte de arriba del círculo virtuoso. Empiezo una mañana llena de energía, me levanto pronto y hago ejercicio intensivo durante más de una hora. Me tomo una infusión y me pongo a estudiar y no son ni las 9.30. Soy un crack! Me siento en forma, activa, puedo con todo. Si sigo así no sólo voy a caber pronto de nuevo en mis pantalones de hace dos veranos, además seré la mejor de clase y encontraré trabajo pronto. Llevo un par de días que aprovecho el tiempo, no pico nada, no me pongo tibia de pan y hago deporte a tope. Bueno, un descanso. Son las 12, voy a preparar la comida, dejo los libros. No puedo evitar, como tantos días, comer un poco de pan mientras trasteo en la cocina. No es más que un poco, no pasa nada, no voy a hacer un alamierda.

Pero hoy sí pasa. Me he comido un trozo bueno. Joder, esto no puede ser. Hoy no. Mis expectativas estaban demasiado altas para quedarme como estoy ahora mismo, no puedo aguantar la sensación de haberme pasado tanto. ¿Cómo le he hecho? A la mierda.

Después de vomitar qué bajón. Hombre, estoy mejor que con la tripa llena pero qué mal. Además al rato tengo hambre, así que un poco de fruta. Y pan (¿será posible?) Siento que peso 10 kilos más que esta mañana. Y no tengo ganas de hacer nada. Hoy me voy a la cama pronto.

Me levanto en el círculo vicioso: ya empiezo mal, he desayunado demasiado. Ala, paciencia. Estudio pero me doy paseos del estudio a la cocina y no me concentro. Qué mañana más tonta. Y me pesa todo. Creo que no voy a ir esta tarde a aprender a patinar. Me duele... no sé, algo.

Pero sé que es una oportunidad para volver al círculo virtuoso del que me caí, y hago un pacto conmigo misma. Voy a ir un rato, aunque luego me escape con alguna excusa, al menos salgo de casa. A ver qué tal. Total que voy y me divierto, y sudo. Y me pregunto si me atreveré a volver a casa con los patines. Tal como estoy con las pintas, el casco, mi torpeza y el miedo. Siempre puedo quitármelos si veo que me pongo en peligro a mí misma o a alguien.

He llegado a casa. Me he caído una vez, he visto a alguno reírse, los coches paraban a 100m de mí por si acaso, un show. Pero he salido a la calle con mis patines por primera vez y estoy flipando. Me siento mejor, soy un crack. Hoy ceno un plato bueno de ensalada con salmón ahumado y no como pan. Qué a gusto y qué fácil una vez que he entrado de nuevo en el círculo bueno. A ver si no me caigo.  

El estado mejor es en el que no tengo que pelear entre los círculos. Después de 2 años ya hay bastantes días en que lo veo, lo siento, vivo así: ni soy un crack ni una piltrafa. No corro la maratón pero corro. Me paso con el pan pero sólo un poco porque no se me sube la culpa y me obliga a hacer un ALM. No adelgazo pero no engordo. Tengo que olvidar aquellos pantalones pero estos tampoco me quedan mal. Y aprovecho mi tiempo y me relajo. Este estado, sería el mar en calma entre dos círculos, o tal vez sea el principio del subidón que me lleva a trepar por el círculo virtuoso, porque puedo, porque yo lo valgo, hasta que me caigo.

Bueno, estoy aprendiendo a surfear.